I
Dan muchos en decir que tu inconstante
amor repartes aturdida y loca;
que no es tu fe de endurecida roca
ni tu virtud firmísimo diamante.
Dicen que quien te estrecha delirante,
cediendo a la pasión que le sofoca,
siente y percibe en tu entreabierta boca
el calor de los besos de otro amante.
Dicen que en el desorden de la vida
gozas con la traición; y soy tan necio,
que la escucharlo te maldigo y lloro.
Anda tu fama en la opinión perdida;
pero hay alguien más digno de desprecio
que tú: yo, que sabiéndolo te adoro.
II
Es en vano intentarlo. Cuando el río
en su profundo cauce retroceda,
quizá se apiade el cielo y me conceda
todo el valor que para odiarme ansío.
Pugno por olvidarme, y mi albedrío
más en los lazos de tu amor se enreda;
seguir tus pasos el honor me veda
y me arrastro a tus pies, a pesar mío.
Tu falaz persuasión me infunde miedo;
quiero escapar de ti, dejar de verte,
y a tus caricias engañosas cedo.
Y es tal mi desventura y tal mi suerte
que, conociendo tu maldad, no puedo
estimarte, ¡ay de mí!, ni aborrecerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario